lunes, 13 de mayo de 2013

RELATO GANADOR DE NUESTRO CERTAMEN LITERARIO EN LA CATEGORÍA A

En esta entrada os dejamos el relato ganador deL IV Certamen Literiario de Narración Corta "Pedro Antonio de Alarcón" en la categoría A. El ganador fue DANIEL NAVARRO, alumno de 1º de Bachillerato de Humanidades de Adultos.

En sucesivas entradas os iremos dejando los relatos ganadores de las demás categorías.


 
 
 

                “Supongo que necesito expresar en parte y justificar el porqué de esta carta…
Simplemente no tengo la fuerza suficiente para aguantar esta situación, de la cual, solo veo esta salida que, aunque cobarde ante los ojos de algunos, y entendible ante los ojos de otros, me librará de una vez por todas de este infierno al que dejaré al terminar esta carta…”
 
                Pero no siempre las cosas salen como uno quiere, y me encontré en la camilla de un hospital un poco sorprendido. Vi cómo un médico se acercó a mí y me dijo que ya tenía el alta médica y yo no podía estar más confuso, y encima no sabía si había estado en aquel hospital días, meses o incluso años… Cogí la ropa que tenía allí y me dirigí hacia la salida con paso tímido. Era de noche y la temperatura que hacía invitaba a pasear, y eso fue lo que hice. Ensimismado, empezaron a venirme a la cabeza los motivos por los que había pasado ese tiempo en el hospital y empecé a deprimirme de tal manera que solo pensaba en la carta que escribí. Necesitaba leerla otra vez, no sé si para aislarme del mundo un rato o para retomar mis ideas suicidas y buscar una manera más efectiva que la de tirarse desde la ventana de un quinto piso. Pero en mi cabeza había una historia que se repetía una y otra vez. Empezaba con las últimas palabras que escuché de mi mujer: “Este finde tengo una reunión de trabajo, así que estaré fuera…”. Sabía que no tenía la culpa del accidente que acabó con su vida durante su regreso a casa, pero no dejaba de preguntarme qué habría pasado si la hubiese detenido, y cosas como por qué no cogió otro taxi, otra hora u otro día para volver…
 
                En un intento de tentar a la suerte, cogí un taxi y le di la dirección de mi casa. Durante el viaje no abrí la boca, solo pensaba y pensaba y decidí que tenía que acabar con todo eso fuera como fuera… El taxi paró, me bajé, pero había algo raro en aquel lugar, y es que nunca antes había estado allí. Una cosa me llamó la atención y es que en aquel barrio de casas solo había una luz encendida que provenía de la casa que tenía enfrente. La curiosidad hizo que me acercara a aquella ventana luminosa y mi cuerpo empezó a acelerarse, como si hubiera previsto lo que estaba a punto de contemplar: la escena de cómo entre sonrisas y copas de vino, disfrutaban de una cena romántica mi mujer y otro hombre… La mezcla entre desconcierto y rabia hizo que no quisiera perderme ni un segundo de aquella escena, pero el momento en el que el hombre le dio un beso mi rabia se desbordó y quise reaccionar ante aquella traición… Y reaccioné: mis ojos se abrieron de pronto y me vi frente a la ventana abierta de un quinto piso, junto a una inútil carta de suicidio.