En sucesivas entradas os iremos dejando los relatos ganadores de las demás categorías.
“Supongo que necesito expresar en parte y
justificar el porqué de esta carta…
Simplemente no tengo la fuerza suficiente para aguantar esta
situación, de la cual, solo veo esta salida que, aunque cobarde ante los ojos
de algunos, y entendible ante los ojos de otros, me librará de una vez por
todas de este infierno al que dejaré al terminar esta carta…”
Pero
no siempre las cosas salen como uno quiere, y me encontré en la camilla de un
hospital un poco sorprendido. Vi cómo un médico se acercó a mí y me dijo que ya
tenía el alta médica y yo no podía estar más confuso, y encima no sabía si
había estado en aquel hospital días, meses o incluso años… Cogí la ropa que
tenía allí y me dirigí hacia la salida con paso tímido. Era de noche y la
temperatura que hacía invitaba a pasear, y eso fue lo que hice. Ensimismado,
empezaron a venirme a la cabeza los motivos por los que había pasado ese tiempo
en el hospital y empecé a deprimirme de tal manera que solo pensaba en la carta
que escribí. Necesitaba leerla otra vez, no sé si para aislarme del mundo un
rato o para retomar mis ideas suicidas y buscar una manera más efectiva que la
de tirarse desde la ventana de un quinto piso. Pero en mi cabeza había una
historia que se repetía una y otra vez. Empezaba con las últimas palabras que
escuché de mi mujer: “Este finde tengo una reunión de trabajo, así que estaré
fuera…”. Sabía que no tenía la culpa del accidente que acabó con su vida
durante su regreso a casa, pero no dejaba de preguntarme qué habría pasado si
la hubiese detenido, y cosas como por qué no cogió otro taxi, otra hora u otro
día para volver…
En
un intento de tentar a la suerte, cogí un taxi y le di la dirección de mi casa.
Durante el viaje no abrí la boca, solo pensaba y pensaba y decidí que tenía que
acabar con todo eso fuera como fuera… El taxi paró, me bajé, pero había algo
raro en aquel lugar, y es que nunca antes había estado allí. Una cosa me llamó
la atención y es que en aquel barrio de casas solo había una luz encendida que
provenía de la casa que tenía enfrente. La curiosidad hizo que me acercara a
aquella ventana luminosa y mi cuerpo empezó a acelerarse, como si hubiera
previsto lo que estaba a punto de contemplar: la escena de cómo entre sonrisas
y copas de vino, disfrutaban de una cena romántica mi mujer y otro hombre… La
mezcla entre desconcierto y rabia hizo que no quisiera perderme ni un segundo
de aquella escena, pero el momento en el que el hombre le dio un beso mi rabia
se desbordó y quise reaccionar ante aquella traición… Y reaccioné: mis ojos se abrieron
de pronto y me vi frente a la ventana abierta de un quinto piso, junto a una
inútil carta de suicidio.
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