Y el bronce herido
que anunciaba con lamentable clamor la ausencia eterna de los que han sido,
parecía vibrar más lúgubre que ningún año, como si presagiase su propia muerte.
Ellas también, las campanas, han alcanzado su última hora, y sus tristes
acentos son el estertor del moribundo; ellas también van a morir a manos de la
libertad, que todo lo vivifica, y ellas serán las únicas en España ¡santo
Dios! que morirán colgadas. ¡Y hay justicia divina!
Larra, El día de difuntos
de 1836. Fígaro en el cementerio
Cuenta en este artículo Larra cómo los españoles acudimos a los cementerios en tropel durante todo este día, visitamos las tumbas de nuestros seres queridos, y aprovechamos para leer las inscripciones que encontramos en las lápidas. Este año hemos querido celebrar este día componiendo epitafios. Aquí tenéis una pequeña muestra.
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